Está comprobado que la gran mayoría de los padres tienden a ponerle más ropa de la necesaria a sus hijos cuando son pequeños y hace frío. Sin embargo, el exceso puede ser tan perjudicial como su falta. Pero, ¿cómo encontrar la justa medida a la hora de vestir a un pequeñín? Desde Sermama te contamos cómo abrigar correctamente a un niño.
Qué debes tener en cuenta para abrigar correctamente a un niño en invierno
Durante el primer mes de vida, los recién nacidos no regulan su temperatura. Obviamente, deben estar bien abrigados para evitar la hipotermia. Sin embargo, si les ponemos demasiada ropa, o los mantenemos en un ambiente muy calefaccionado, es probable que aparezca la temida fiebre.
Como regla a tener en cuenta, hay que vestir a los pequeños con una capa más de ropa de la que llevas tú, y del mismo grosor. También hay que evitar que pierdan calor corporal a través de la cabeza, manos o pies. Se recomienda, entonces, el uso de patucos, manoplas y gorros.
Ten en cuenta además que, en el caso de niños prematuros, la energía extra que deben consumir para intentar regular su temperatura puede traducirse en dificultades para ir ganando peso. Además, demasiada ropa puede causar asfixia a los bebés y provocarles muerte súbita.
Otro riesgo que se corre al abrigar en exceso a las criaturas es que desarrollen una erupción de la piel, relacionada con el calor. Y es que la sudamina, a ella nos referimos, no solo se produce en verano. Surge en invierno a causa del exceso de abrigo.
Cantidad de abrigo adecuada de acuerdo a la edad del niño
Pasadas estas primeras semanas, el niño sentirá el mismo frío que un adulto. Por tal motivo, no es necesario pertrecharlo como para ir a una expedición al polo sur. Hay que vestirlo de acuerdo al ámbito y la actividad que va a realizar.
Está claro que no es lo mismo un paseo en cochecito que andar correteando por un parque. Y, como lo más probable es que se lleven a cabo diferentes acciones durante un día, lo ideal es poner en práctica el truco de las capas.
Así se consigue el efecto aislante que se genera entre las prendas. También el ir adaptando el vestuario en relación a la temperatura de cada lugar. Además, se acopla al nivel de actividad que vaya a desplegar el niño.
Por otra parte, si porteamos a un bebé, hay que tener en cuenta el calor que le trasmitiremos con nuestro cuerpo. En este caso, se recomiendan las chaquetas y abrigos de porteo, ya que rodean tanto al adulto como al niño. Tampoco hay que excederse con las mantas al momento de dormir, sobre todo si la habitación está correctamente climatizada (entre 20 y 24 grados).
Recuerda consultar con un especialista de confianza las dudas que tengas sobre cómo abrigar correctamente a un niño.
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