Efectos de ser padres muy exigentes

publicado en: Cómo Educar a los Hijos | 0

El mundo es cada vez más competitivo. Llega al punto de que algunas personas sienten que deben enseñar a sus hijos desde pequeños a afrontar los desafíos que les permitan triunfar en la vida. Sin embargo, este hecho puede convertirnos en padres muy exigentes y que, sin quererlo, provoquen en los niños problemas emocionales. Desde Sermama te contamos los efectos que esta actitud de los adultos puede acarrear en los infantes.

Recuerda, el éxito en la vida no es ganar mucho dinero o tener un buen puesto de trabajo. El reto de todo padre para su niño debería ser que el pequeño sea feliz y se desarrolle en un entorno óptimo. Sin embargo, vivimos en una sociedad que en múltiples ocasiones confunde estos términos.

Cómo afectan a sus hijos los padres muy exigentes

Si bien es bueno exigirle cosas a un niño, siempre hay que hacerlo dentro de sus posibilidades. Es importante dejar bien claro cuánto se los quiere y se los valora por su esfuerzo y sus logros. Un pequeño al que se le pide mucho y del que se espera demasiado puede terminar sintiéndose poco valorado y desarrollar una baja autoestima.

Otras consecuencias de demandarle demasiado a los hijos son:

– Insatisfacción con todo lo que hacen.
– Experimentar “miedo” hacia los padres u otros familiares.
– Considerarse poco valiosos.
– Mostrarse demasiado competitivos en la escuela u otras actividades.
– Depresión.
– Estrés.

Pero, ¿Cómo saber si somos padres muy exigentes? Toma nota:

– Hay demasiadas reglas para cumplir en la casa. Por cierto, las reglas deben existir, pero siempre adecuadas a la edad del pequeño.
– Se recurre al chantaje emocional. Se deben evitar frases como “si no haces tal cosa me enojaré”. Hemos de buscar opciones más constructivas a través del diálogo.
– Se producen muchas discusiones en el hogar. Lo ideal es comunicarse de manera positiva con los pequeños, teniendo en cuenta que son niños que aún deben aprender cuáles son las consecuencias de sus actos.
– Empleo de amenazas para que los pequeños hagan caso. Sin duda, es una alternativa contraproducente. Hablar de forma calmada y cariñosa siempre da mejores resultados.

Recuerda que los profesionales están para asesorarte en este y otros temas.

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